¿Saben los perros qué hora es?
Sabemos desde hace mucho tiempo que los perros tienen un olfato increíble (aún más si nos comparamos con ellos) y que tienen la capacidad de asociar comportamientos, creando patrones de conducta. Estos patrones, como el tiempo que transcurre entre actividades, pueden saberlo a través de su olfato privilegiado. En cierto modo, podemos decir que llevan un control del tiempo.
Todo guía (con la nueva Ley 17/2021, de 15 de diciembre, sobre el régimen jurídico de los animales, deberíamos ir cambiando la palabra “propietario”, aunque sigamos siéndolo, por “guía”, me parece más preciso), sabe que su perro conoce perfectamente cuándo es la hora de salir al paseo, cuando es la hora de comer, cuando es la hora de jugar, cuando es la hora de regreso a casa del trabajo, cuando es la hora de que algún familiar vuelva a casa… Y aunque el concepto de la hora es humano, nuestros peludos saben perfectamente cuándo les toca hacer ciertas cosas.
A un nivel menos consciente, el propio cuerpo del perro sabe qué hora es debido a los ciclos de día y noche, que afectan no solo a la intensidad de la luz sino también a las variaciones de temperatura. Pero el mejor mecanismo para determinar en todo momento el paso del tiempo, las rutinas de las personas con las que convive y cuándo se acerca la hora de sus actividades es su olfato.
Rastreadores y observadores impecables.
El perro tiene un olfato privilegiado, con entre 200 y 300 millones de receptores olfativos (por contra de los tan solo 5 millones de los que dispone el ser humano). Como resumen, os explicaré que el olfato del perro es tan potente, además, debido a que en sus fosas nasales, tienen unas estructuras óseas en forma de espiral, llamadas cornetes, que se encuentran recubiertas por una mucosa con muchos pliegues. Gracias a estas estructuras óseas y a estos pliegues, la superficie de su mucosa olfativa aumenta considerablemente y, en consecuencia, también se multiplican sus receptores olfativos de modo que, cambios en el ambiente que para nosotros resultan imperceptibles, son evidentes para ellos, pudiendo incluso detectar enfermedades.
Los perros, por tanto, cuentan con un reloj biológico incorporado: su nariz.
Todo ser vivo tiene un olor único, que procede, principalmente, de las partículas que se desprenden de la piel, incluyendo las escamas de piel muerta. Aunque salgamos de casa, este olor característico permanece en todas esas partículas, normalmente en suspensión.
Este olor, sin embargo, se va atenuando con el paso de las horas, y ahí entra en juego el poder olfativo de los perros, como lamerse la trufa, que además de para hidratársela, lamiéndosela están capturando estas partículas olorosas y transmitiéndolas a su olfato, tan potente que es capaz de determinar su concentración. Si seguimos en casa unos horarios regulares, la variación en dicha concentración de partículas suele ser constante, y les indica cuánto tiempo ha pasado desde que alguien salió de casa y, por lo tanto, cuándo es probable que regrese. Los perros asocian y establecen patrones de conducta.
“El aire caliente se eleva y, por lo general, circula en corrientes a lo largo de las paredes hasta el techo, se dirige hacia el centro de la habitación y cae. Si pudiéramos visualizar el movimiento del aire a lo largo del día, lo que realmente estamos visualizando es el movimiento del olor a lo largo del día”. Alexandra Horowitz, doctora en Ciencia Cognitiva.
Los olores en una habitación se mueven a medida que avanza el día en ciclos regulares. Esos ciclos de olores son también lo que les permite anticipar actividades diarias que se producen en horas establecidas, como la comida, el juego, la hora de entreno o el paseo.
Aunque el olfato de los perros sea como un reloj de precisión, no es su único recurso para anticipar comportamientos. Los perros son unos grandísimos observadores del lenguaje no verbal (lo que se traduce en nuestro lenguaje corporal y facial). Son capaces de asociar acciones o expresiones con una consecuencia concreta, incluso pueden diferenciar las acciones derivadas de cambios mínimos en la expresión facial, el tono de voz y la postura corporal. Nos sirve de ejemplo coger las llaves, la chaqueta, su correa… antes de salir de casa, lo asociarán fácilmente con la hora del paseo.